De buena madera: árboles transgénicos

A diferencia de los cultivos agrícolas, como el maíz y la soja, el mejoramiento de las especies forestales lleva muchísimo tiempo. Esto se debe a que el desarrollo completo, desde la germinación de la semilla hasta el árbol adulto, es un proceso que dura varios años. A pesar de esto, el mejoramiento genético de árboles forestales está avanzando, con buenos resultados. En particular, se busca mejorar el crecimiento, la forma del tronco, la tolerancia a estreses bióticos y abióticos y la calidad de la madera. En otras palabras: aumentar la productividad y mejorar la calidad de los productos. 

Estos desarrollos son un desafío interesante que permitiría disminuir la presión que actualmente se ejerce sobre los bosques nativos. La ingeniería genética es una herramienta que puede contribuir a acortar los tiempos necesarios para lograr árboles mejorados. Así como ocurre con los cultivos agrícolas, hoy es posible modificar genéticamente a los árboles para que resistan a enfermedades y plagas, crezcan más rápido o contengan una menor cantidad de lignina; una madera con menos lignina hace que la extracción de la celulosa (para hacer papel, por ejemplo) sea más fácil, más barata y amigable con el ambiente, ya que normalmente se deben usar agentes químicos para eso.
Actualmente se planta comercialmente sólo un tipo de árbol forestal transgénico: el álamo resistente a insectos o Bt, en China. Se espera que próximamente también se puedan plantar eucaliptos genéticamente modificados para una mejor productividad y calidad de la madera, desarrollados y ya autorizados en Brasil. Plantaciones forestales con árboles más productivos reducirán la necesidad de recurrir a los bosques.

 

Imagen: Diego van Sommeren | Unsplash