¿Vacunas comestibles?

Una buena noticia para los más chicos: en un futuro no muy lejano algunas vacunas inyectables serán reemplazadas por vacunas que se comen. Se trata de vacunas contenidas en frutas u hortalizas, y que al ingerirlas en estos alimentos nos protegen contra determinadas enfermedades. Esto es posible gracias a la biotecnología vegetal, que permite no sólo mejorar los cultivos y los alimentos, sino también producir en las plantas compuestos que nada tienen que ver con éstas.

En el caso de las vacunas comestibles, se transfiere a la planta un gen del agente infeccioso (por ejemplo, el virus de la hepatitis B), para que ahora sea la planta quien fabrique el producto de este gen en las hojas, tubérculos o granos. Este nuevo compuesto se denomina "antígeno", y al entrar en contacto con la mucosa del tracto digestivo genera una respuesta inmune protectora. Esto quiere decir que cuando ingrese el patógeno, nuestro organismo podrá defenderse de la infección. Además de evitar los pinchazos, las vacunas comestibles tendrían otras ventajas: son baratas y no requieren de refrigeración para ser almacenadas. Actualmente se están ensayando en humanos vacunas comestibles contra el cólera (en papa), rabia (en espinaca) y hepatitis B (en lechuga), entre otras. Otros proyectos incluyen el uso de bananas, tomates y arroz. También los animales se podrán beneficiar con esta tecnología, tal es el caso de la alfalfa modificada genéticamente para proteger al ganado de la fiebre aftosa, de plantas de tabaco que producen una vacuna contra el rotavirus bovino y de plantas de papa transgénicas que combaten la enfermedad de Newcastle en aves (todos corresponden a desarrollos argentinos).