La ruta de la hepatitis

Docentes de la UBA siguieron el rastro de las distintas cepas del virus de la hepatitis B en nuestro país. Así, determinaron de dónde viene cada una y cómo ha ido evolucionando a su paso.

Docentes de la UBA siguieron el rastro de las distintas cepas del virus de la hepatitis B en nuestro país. Así, determinaron de dónde viene cada una y cómo ha ido evolucionando a su paso.

Lo complicado a la hora de combatir un virus es su capacidad de mutación. Los antídotos no son efectivos para siempre y cada vez que sobrevienen las infecciones lo hacen con más resistencia que antes. Pero, ¿qué es lo que hace que las cepas vayan evolucionando? En algunos casos se ha probado que las modificaciones genéticas se dan cuando un virus pasa de una especie a otra. También se sabe que los medicamentos pueden tener ese efecto. Ahora, el centro de la investigación serían las migraciones, al menos en el caso puntual de la hepatitis B.

A partir del análisis genético de cepas del virus de la hepatitis B, un grupo de investigadores argentinos dedujo su evolución y pudo inferir movimientos migratorios. Lo que afirman los especialistas es que la diversidad del virus es muy significativa entre la población argentina, y existen cepas autóctonas y provenientes de Europa, Africa y Asia. “El estudio de la prevalencia de los genotipos en poblaciones humanas permite deducir diversos aspectos del poblamiento de nuestro continente a lo largo de gran parte de la historia”, señalaron los doctores Viviana Mbayed y Rodolfo Campos, investigadores de Conicet y docentes de la Cátedra de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.

En nuestro país, el nivel de infección no es alto gracias a los planes de vacunación. Sin embargo, lo peligroso es que puede volverse crónica, sobre todo porque, en casi la mitad de los casos, la enfermedad “pasa de largo” de manera asintomática y se resuelve sola o, si es más aguda, se manifiesta con náuseas, vómitos y dolor abdominal durante varios meses. Sin embargo, alrededor del 6% de las infecciones no se curan y devienen en procesos crónicos. Esta situación se da mayormente si los infectados son niños.

En el mundo, cerca de 400 millones de personas han sido infectadas con el virus de la hepatitis B en forma crónica. Existen 8 genotipos (grupos genéticamente distintos) del virus y permanentemente se estudia la relación que cada uno de estos grupos pueda tener con características clínicas de la infección. Cada genotipo tiene una ubicación geográfica definida. Los F y H son autóctonos de América, el E se encuentra fundamentalmente en Africa, el B y el C en Asia, el D en la zona mediterránea y el A es el más común, con un subgenotipo europeo (A2) y otros dos africanos (A1 y A3).

Importantes movimientos
En dos estudios publicados el año pasado y a comienzos de este año, en las revistas científicas The Journal of Clinical Virology y Archives of Virology, Campos y Mbayed, junto con un equipo de colaboradores, lograron describir cómo se distribuyen los diferentes genotipos de virus en Argentina,  Brasil y en otros países de la región. “Secuenciamos el genoma completo de virus identificados en muestras de suero de pacientes de nuestro país, y los comparamos con las secuencias de virus provenientes de otros países. Esto nos permitió definir linajes de cepas muy próximas entre sí, distinguiéndolas de aquellas más distantes, que se han ido diferenciando a lo largo de una evolución que va de unas pocas décadas o de miles de años”, explicó Campos.

De acuerdo con el estudio, en la región del norte argentino, en Formosa, Salta, Jujuy y Chaco, por ejemplo, el 90% de los genotipos encontrados corresponden al F, es decir autóctonos, lo que sugiere un aporte inmigratorio externo bajo. En cambio, en Buenos Aires, el trabajo indica que hay poco más del 30% del genotipo F, pero el resto, en su mayoría, son genotipos D y A2, que son básicamente europeos e introducidos a partir del proceso de colonización iniciado en el siglo XVI. El bajo porcentaje de los genotipos B y C de origen asiático corresponden a migraciones más recientes, ocurridas en las últimas décadas. “También identificamos al genotipo A1, cuya introducción en nuestra geografía puede asociarse con los esclavos africanos que fueron traídos al continente en la época de la colonia o con la inmigración más reciente desde Brasil, donde ese tipo de virus se ha instalado desde entonces”, señaló Mbayed.
Una de las conclusiones principales de estos estudios es que el panorama epidemiológico actual de las infecciones con el virus de hepatitis B es el resultado de una diversa historia de movimientos migratorios humanos, y que esa diversidad es muy significativa en la población Argentina.

Por otra parte, los investigadores comentaron que en otra investigación que está en curso, los subgenotipos autóctonos F1b (hallados en Buenos Aires, Santiago de Chile y Perú) y F4 (provenientes de Bolivia, Jujuy y Salta) determinaron valores de ancestros comunes que se remontan a los 800/1.000 años de antigüedad y con una emergencia, es decir, diversificación del virus en la población, de entre 200 y 300 años.