Gabriela Soto: "Me atrae la idea de llevar un cultivo a un nivel superior"

El trabajo de los hombres y mujeres que se dedican a la biología es fundamental para el cuidado del ambiente, el conocimiento de la riqueza natural, y la generación de investigación en el ámbito de la salud y la alimentación, entre otros campos. A su vez, contribuyen a la solución de algunos problemas que han tomado mucha relevancia, como la contaminación, el cambio climático, la deforestación y la pérdida de especies. Entrevistamos a la recientemente premiada Gabriela Soto, bióloga especialiste en ingeniería genética.

Gabriela es especialista en ingeniería genética de leguminosas del Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular (INTA-Conicet). En julio de 2023 fue galardonada por la Fundación Bunge y Born con el Premio Estímulo 2023 en Agrobiotecnología. En esta entrevista, hecha en el marco del Día del Biólogo que celebramos todos los años en junio, conocemos su mirada y experiencia acerca de la profesión.

Aunque no lo tenía muy claro, siguiendo los pasos de una de sus hermanas que estudiaba Biología, Gabriela comenzó la carrera en el año 1999. Siempre rondaba en su cabeza la idea de abandonar, pero fue en tercer año que descubrió que la biología molecular la apasionaba. Enseguida comenzó sus pasantías en el laboratorio en el que hoy es referente (INTA); pero fue durante su doctorado que se formó como investigadora.

Desde siempre Gabriela ha trabajado en la transformación genética de alfalfa en muchísimos aspectos. “En los últimos años, en INTA comenzamos a trabajar con la tolerancia a sequía o, mejor dicho, con el uso o el aprovechamiento del agua disponible que tiene el cultivo. También trabajamos en calidad forrajera, pero siempre con objetivos concretos de generar conocimiento en genes o rutas de importancia agronómica. En cuanto al uso de herbicidas en estos cultivos, tratamos de proponer soluciones que dejen el menor impacto ambiental en la medida de lo posible y que sean sustentables tanto ambiental como económicamente para que puedan aplicarse en la práctica. A su vez, hemos ido incorporando todas las técnicas biotecnológicas disponibles, como la edición génica, para implementar todo lo que esté al alcance para el mejoramiento de la alfalfa”, explica sobre su trabajo actual.

Para que todos podamos entenderlo, ¿cuál es específicamente el trabajo de un biólogo? 

Es aquella persona que estudia los distintos reinos de la vida; pero la diversidad de biólogos es tan grande como la biología misma. Algunas ramas de la biología no solo estudian la naturaleza, sino que se ocupan de protegerla, y en otros casos también aportan nueva diversidad a la existente. Por ejemplo, un colega puede estar interesado en el estudio de generar algo que sea más útil para un consumo y otro puede querer ser un biólogo proteccionista y estudiar la variabilidad para encontrar la mejor forma de conservarla.

¿La sociedad conoce el trabajo que realizan o no está muy visibilizado?

Si me lo preguntabas hace unos años, te decía que no. Hoy en día creo que sí, que está súper visibilizado gracias a las redes sociales y a investigadores que promueven mucho la difusión. Cuando empecé la carrera no se fomentaba a que uno se dedique a hacer difusión; pero creo que hoy el concepto es totalmente diferente y se estimula a que se dé a conocer el trabajo que hacemos. Además, me parece que el rol de la difusión es clave para la aceptación y una mejor percepción pública de nuevas tecnologías o ciertos conceptos, como por ejemplo “transgénico”. Incluso es muy importante que la difusión llegue a los niños que están en plena formación.

¿Qué es lo que más te apasiona de tu labor?

Definitivamente lo que más me gusta es poder trabajar en mejoramiento. Tal vez podría trabajar en otras especies, incluso que no sean cultivos, pero siempre en mejoramiento. Me encanta la oportunidad de hacer que un cultivo sea más productivo y que se destaque; me encantan hacer mejoras y el desafío de pensar las características que se necesitan en un cultivo para cada momento y para cada sociedad; o que, por ejemplo, se puedan adaptar a los cambios climáticos; gestionar todo eso me parece súper interesante. Desde el primer momento me atrapó que se pueda generar todo un organismo completo y modificado, y que a esas modificaciones uno le pueda poner improntas positivas para determinadas cuestiones.

¿Cuáles son los desafíos diarios a los que te enfrentás? 

El desafío diario tiene que ver con lo que es hacer investigación en Argentina, porque muchas veces no están dadas las condiciones y cuesta mucho la compra de ciertas cosas, aún teniendo subsidios. Otra cuestión muy difícil es mantener la infraestructura, ya que nuestro laboratorio en INTA es grande y tiene una gran cantidad de aparatos. Y por otro lado, noto que ahora no hay tanta gente entusiasmada por incorporarse a la parte de investigación. Que llegue un becario con intenciones de trabajar y que encima se quede, es un montón. Tenemos que plantearnos de qué forma puede ser más tentador para los estudiantes y no quedarnos sin futuros investigadores. Cada vez que se acerca alguien por interés propio o porque ve el laboratorio o porque escucha lo que hacemos y le gustaría trabajar en alfalfa, para mí eso vale mil veces más que si tiene diez de promedio. El resto lo puede adquirir con el tiempo.

¿Hay ciertas cualidades para dedicarse a la biología? 

La observación es la obvia, pero es clave para tener éxito en esta área. A eso se suma el poder de planificación y la posibilidad de pensar claramente objetivos y cómo llevarlos a cabo. Muchas veces vemos trabajos en los que no queda claro por qué se está realizando o se evidencia que es un trabajo que se hizo porque ‘era lo que se podía hacer con lo que había’. Eso me desmotiva y me parece que lo opuesto, es decir, generar algo que realmente querés saber es lo que hace crecer tanto a los grupos de trabajo como al investigador y al proyecto en sí.

Existen mitos alrededor de la figura del biólogo, por ejemplo, que está todo el día en el laboratorio o que trabaja en soledad.

Yo solía estar todo el día “obsesivamente” en el laboratorio. Ahora soy una bióloga que también está obsesivamente mucho tiempo en la computadora. O sea que podemos hablar de “obsesión”, pero en diferentes ámbitos. En cuanto al trabajo en solitario, no es mi caso, ya que tengo una concepción de grupo diferente. Siempre invito a participar de las investigaciones a diversos profesionales, aunque quizá se escape un poquito de la línea de su tesis, porque me parece que ayuda un montón a ampliar tu cabeza como investigador y a que se puedan generar propias líneas en un futuro. Me gusta que seamos un grupo grande y trabajar de forma colaborativa.

¿A futuro cómo continúa tu trabajo de investigación?

Ahora estamos queriendo trabajar en el meteorismo, que es una deuda que tiene la alfalfa hace años, porque genera mucho meteorismo (*). Eso tiene un impacto ambiental negativo y un impacto general en la producción muy nocivo. La vía metabólica es algo que no está estudiado específicamente en alfalfa. Por eso, queremos tratar de generar soluciones, pero la verdad es que hay poca información y es un desafío muy grande. Por otro lado, también estamos trabajando con soja.

¿Qué creés que le aportó a tu vida personal haberte convertido en bióloga?

Yo creo que soy investigadora veinticuatro horas, los siete días de la semana. No puedo separar una parte de la otra ni tampoco quiero hacerlo. Todo en mi vida, desde la crianza de mis hijos hasta el manejo de la casa lo hago con el mismo estilo. Todo para mí requiere mucha planificación y diseño; tanto en el trabajo como en mi vida personal. Lo principal es estar motivada, porque si una tiene objetivos que quiere cumplir, no importa tanto si las cosas no salen del todo bien. 

Se puede decir que la carrera y después tu desarrollo profesional, ¿cumplieron tus expectativas?

Desde muy chica quise hacer algo que tuviera que ver con la investigación, pero nunca imaginé que iba a estar tan bueno. El trabajo es muy activo y dinámico; y siempre pude explorar cualquier idea que se me ocurrió. Cuando tenemos algún reconocimiento por algo que logramos con el equipo, me genera una emoción muy grande. Mi adolescente estaría súper orgullosa. Y respondiendo a tu pregunta: ¡la carrera y la profesión superaron ampliamente mis expectativas!

(*) Meteorismo: El meterorismo se conoce también como empaste o timpanismo. Es una condición en la que se acumula gas, principalmente metano, en el sistema digestivo del ganado. Produce hinchazón abdominal que, si no es tratada a tiempo, lleva a la ruptura gástrica