Las papas queman en la Unión Europea

La Unión Europea no pudo ponerse de acuerdo para aprobar la siembra comercial de ningún cultivo transgénico desde 1998. El tema es más que controvertido, y el comisario de ambiente se niega rotundamente a autorizar cualquier transgénico, incluso la papa genéticamente modificada generada por la empresa alemana BASF. La Unión Europea no pudo ponerse de acuerdo para aprobar la siembra comercial de ningún cultivo transgénico desde 1998. El tema es más que controvertido, y el comisario de ambiente se niega rotundamente a autorizar cualquier transgénico, incluso la papa genéticamente modificada generada por la empresa alemana BASF. La compañía espera la aprobación desde julio de este año: “los productores se van a perder la posibilidad de cultivar esta papa el próximo año, ya que en abril ya debe estar en el suelo”. En Europa la papa se cosecha entre septiembre y octubre. Conocida como Amflora, la papa fue genéticamente modificada para contener más almidón, eliminando la amilosa y conteniendo sólo amilopectina. No está pensada para consumo humano, sino para uso industrial, para hacer papel brillante de revista, proteger (sizing) fibras textiles o como aditivo en el hormigón adhesivo o pulverizable, por ejemplo. Los principales mercados para Amflora serían Francia, Alemania y Holanda. La industria asegura que sus productos son tan seguros como sus pares no-transgénicos, y descarga su frustración alegando que el atraso de la UE en aprobarlos les hace perder mucho dinero y mucho tiempo, y desafiando a la Comisión a que reexamine su política interna en la regulación de transgénicos. El ejemplo más famoso en este sentido fue cuando Argentina, Canadá y Estados Unidos demandó ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) a la UE, que había establecido una moratoria de facto sobre nuevas autorizaciones de transgénicos que duró unos 6 años, y recién se levantó en 2004. La OMC concluyó que el bloqueo de la UE sobre las importaciones de transgénicos violaba los derechos comerciales de los demandantes. BASF podría seguir un camino similar para presionar a la Comisión si el atraso en la autorización de la papa Amflora llega a impedir que se la emplee en la próxima campaña. “Sería una pérdida tremenda para BASF y para los productores, ya que la industria del almidón es muy competitiva”.