Microbios más azúcar igual a hidrógeno

Se buscan bacterias que puedan alimentarse de azúcar. Si pueden trabajar en equipo o son electroquímicamente activas, mejor. Si además sobreviven con poco oxígeno, un punto más. Así debería ser la descripción de lo que buscan los científicos del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos (ARS) y de la Universidad de Washington que trabajan juntos para hacer pilas de combustible microbianas más eficientes y prácticas. Según Mike Cotta, de la Unidad de Investigación en Biotecnología Fermentativa del ARS, el proyecto surge del interés de desarrollar métodos sustentables para producir energía. Se buscan bacterias que puedan alimentarse de azúcar. Si pueden trabajar en equipo o son electroquímicamente activas, mejor. Si además sobreviven con poco oxígeno, un punto más. Así debería ser la descripción de lo que buscan los científicos del Servicio de Investigación Agrícola de Estados Unidos (ARS) y de la Universidad de Washington que trabajan juntos para hacer pilas de combustible microbianas más eficientes y prácticas. Según Mike Cotta, de la Unidad de Investigación en Biotecnología Fermentativa del ARS, el proyecto surge del interés de desarrollar métodos sustentables para producir energía. El equipo de Cotta se especializa en usar bacterias, levaduras y otros microorganismos dentro de biorreactores para transformar azúcares en etanol. En la Universidad de Washington, Lars Angenent investiga los sistemas de pilas de combustible que usan mezclas de bacterias para tratar residuos orgánicos y catalizar la liberación de electrones y protones, los que pueden usarse para producir electricidad o hidrógeno. En septiembre de 2006, los investigadores unieron sus capacidades y experiencias para emprender un proyecto de cooperación de tres años. Compartirán la colección de cultivos microbianos mantenida por el ARS en Peoria, que alberga unos 87.000 de muestras de microorganismos de todo el mundo. Usando esta base, los científicos buscan microbios que puedan alimentarse de azúcares de la biomasa (por ejemplo, glucosa y xilosa de los restos del cultivo de maíz) y que sean electroquímicamente activos, es decir, capaces de transferir electrones de los azúcares presentes en la pila de combustible sin la ayuda de mediadores químicos, que son costosos. Los electrones, luego de viajar por el circuito, se combinan con protones en una cámara catódica formando hidrógeno, que puede ser convertido en electricidad o usado como combustible. Las ventajas del hidrógeno residen en su abundancia natural y su capacidad de almacenar y liberar energía sin contaminar el ambiente. El desafío es producirlo comercialmente a partir de recursos diferentes a los combustibles fósiles, los cuales son limitados y no renovables.