Inauguran en la Argentina tecnología de primer nivel para el estudio de proteínas

El Instituto Leloir inauguró la más avanzada Unidad de Resonancia Magnética Nuclear Bioestructural del país. Se empleará para estudiar la estructura y la función de proteínas que están presentes en todos los procesos biológicos.

El Instituto Leloir inauguró la más avanzada Unidad de Resonancia Magnética Nuclear Bioestructural del país. Se empleará para estudiar la estructura y la función de proteínas que están presentes en todos los procesos biológicos.

 

El Instituto Leloir acaba de inaugurar la primera Unidad de Resonancia Magnética Nuclear Bioestructural (RMNB) que funciona en Buenos Aires, la más avanzada de la Argentina. Se empleará para estudiar la estructura y la función de proteínas que están presentes en todos los procesos biológicos.

 

La inauguración corona un esfuerzo público y privado de gran envergadura. Significó el desembolso de más de un millón doscientos mil dólares, pero también un trabajo de “ingeniería de gestión”. Para lograr poner en marcha la unidad de RMNB debió realizarse una obra de infraestructura especial para contener al equipo (que se inició hacia fines de 2008), se licitó su compra, (el equipo tiene partes fabricadas en Alemania, Suiza y otros países) y se trajo al país a especialistas calificados en el manejo de esa nueva tecnología. Se trata de los argentinos Mariana Gallo y Daniel Cícero, este último integrante desde 2001 del laboratorio de resonancia magnética nuclear de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Roma.

En el proyecto trabajaron de manera coordinada el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (que aportó fondos para la compra del equipo y la repatriación de Cícero y Gallo), la Fundación Bunge y Born (contribuyó con la compra del equipo) y el Instituto Leloir (a cargo de la obra civil y el alojamiento de la unidad en su predio, además de proveer lo necesario para el funcionamiento del nuevo laboratorio). El CONICET, a su vez, incorporó a ambos profesionales a la carrera de investigador.

 

“La técnica de la cristalografía permite estudiar con detalle la estructura de las proteínas que están ‘congeladas’ en un cristal, sin embargo mediante el empleo de un equipo de Resonancia Magnética Nuclear podemos observar no sólo la estructura tridimensional de las proteínas  sino que también visualizarlas en pleno movimiento en el momento en que ejercen su función”, explicó Cicero. Y agregó: “El estudio de las proteínas es de gran relevancia ya que en todos los procesos biológicos -ya sea la vida de un virus, o el desarrollo de una enfermedad, o las funciones de un organismo sano- intervienen las proteínas, moléculas que ejercen múltiples funciones. El equipo tendrá diferentes aplicaciones, entre ellas, una mejor comprensión de las bases moleculares de diferentes enfermedades y el diseño de fármacos,” señaló el especialista, quien a lo largo de su carrera ha publicado cerca de 80 trabajos científicos en prestigiosas revistas internacionales.

¿Para que se va a usar?  Los primeros trabajos se llevarán a cabo en las siguientes áreas: estudio de los virus del dengue y del papiloma humano,  de la función y de la estructura de la pared de bacterias y de factores de virulencia en brucelosis, entre muchas otras líneas de investigación.

 

“Además de la colaboración con otros grupos de investigación del Instituto Leloir, en nuestro laboratorio tenemos dos líneas de investigación propias. Una tiene que ver con una proteína del virus de la hepatitis C, que constituye un blanco de desarrollo de drogas para combatir esa enfermedad para la que no hay aún antivirales muy específicos. En este proyecto, estudiamos la interacción entre esa proteína e inhibidores desarrollados por la industria farmacéutica para comprender cómo es que se unen y entender también cómo se modifican cuando entran en contacto. El objetivo es dar esta información a la industria farmacéutica para que pueda desarrollar drogas más efectivas.”

 

La otra investigación está más vinculada con aplicaciones biotecnológicas.”Estamos haciendo un proyecto en conjunto con la empresa Biosidus, con la Dirección Nacional del Antártico, y con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. La idea es utilizar una bacteria de la Antártida – la Bizionia argentinensis-, cuyo genoma fue decodificada hace muy poco por científicos argentinos y estudiarla con el equipo de resonancia magnética nuclear. La idea es descubrir proteínas que puedan tener interés biotecnológico en muchas aplicaciones, por ejemplo en detergentes, en tratamiento de leches y en tratamientos textiles, entre muchas otras aplicaciones”, señaló Cicero. Y agregó: “Si se identifican proteínas de este tipo, que puedan trabajar a bajas temperaturas porque son desarrolladas por un organismo que vive a bajas temperaturas, se obtendrían muchas ventajas dado que el desarrollo de procesos industriales a bajas temperaturas permitiría el ahorro de grandes cantidades de energía, entre muchos otros beneficios.”